lunes, 5 de diciembre de 2016

Etimología de la palabra animal.

Hoy trataremos de la palabra "animal". Elijo esta palabra con la intención mostrar un término cuyo étimo más remoto ha dado significantes semejantes en múltiples lenguas de la familia indoeuropea.

Nuestra palabra animal proviene del latín animal, esta no ha cambiado lo más mínimo en dos milenios. En ambas lenguas tiene el mismo significado y en otras lenguas hermanas, del tronco latino,lo mismo.


  • Galego: animal
  • Portugués: animal
  • Catalán: animal
  • Francés: animal
  • Italiano: animale
  • Corso: animale
  • Rumano: animal
 
En inglés tambien tenémos el mismo término "'animal", en este caso por un préstamo probablemente del francés o directamente del latín como lengua culta. Pasa lo mismo en alemán con el adjetivo "animalisch", si bien el sustantivo habitual es "Tier".

Como dijimos al principio el interés que suscita esta palabra es que nos vale como ejemplo para mostrar una amplia familia de términos, en distintas lenguas, que se originan en un antepasado común indoeuropeo. Comenzaremos por nuestro étimo directo, en latín "animal".

La palabra latina animal se contruye por derivación del sustantivo "anima". Un primer ánalisis semántico nos muestra que ambas palabras están relacionadas. Anima significa "alma, espíritu vital, mente, pasión", es decir, dentro de una concepción animista es aquella sustancia o propiedad que da vida o movimiento propio a las cosas y los animale, que son el ejemplo perfecto de seres animados.

La palabra latina ánima procede de la palabra indoeuropea "ane-". El significado de esta palabra en indoeuropeo es "soplar, soplido o aliento". Nuevamente el significado guarda relación, el aliento es signo de vida, al mismo tiempo es en algunas tradiciones lo que da la vida "el aliento de Dios que anima". Esta relación no es exclusiva del grupo indoeuropeo, también la palabra hebrea "ruaj" que significa espíritu guarda relación con "aliento". Veamos como ejemplo esta cita bíblica:

"Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente". (Génesis 2:7, RV1960)

En otras lenguas indoeuropeas podemos comprobar que esta raíz "ane-" evolucionó en diferentes cognados con un significado semejante:

  • Griego: "anemos" que significa viento.
  • Sánscrito: "aniti" que significa respirar.
  • Antiguo Gaélico: "anal" que significa respirar y "animm" que significa alma.
  • Escocés: "anadl" que significa respirar.
  • Gótico: "uzanan" que significa exhalar.
  • Antiguo noruego: "anda" que significa respirar
  • Armenio: "anjn" que significa alma.
Con menos claridad en anglosajón eðian y en antiguo eslavo vonj, significando en ambos casos respirar. 
Frente a esta palabra indoeuropea ane- con el significado de soplar o de aliento, tenemos la palabra también indoeuropea dheuson que significa "criatura que respira" y "dheu-" que significa respirar. Este otro origen es la razón por la que en otras lenguas también de la familia indoeuropea tengamos otras palabras para referirnos al significado de animal o de alma que no son cognados de "ane-". Así el término protogermánico "deuzam" (animal salvaje) dio origen en inglés al término "deer", al alemán "Tier" (animal). En lituano "dusti" y en ruso y búlgaro "dusha" (alma).

Por último, veamos de donde viene nuestra palabra "bestia", también usada para referirse a los animales, si bien salvajes, y con la clara connotación de fiereza. Proviene del latín bestia, y aunque en este caso exista en inglés "beast", sabemos que es un péstamo del siglo XIII, del francés "beste". Un origen más remoto del propio latín es deconocido.

sábado, 26 de noviembre de 2016

ETIMOLOGÍAS HISTÓRICAS. I

En este artículo comentaremos algunas antiguas etimologías que daban nuestros antiguos diccionarios y etimólogos. En este caso, usando el Diccionario de Autoridades de 1726..., rastreamos alguno de los étimos aportado por Covarrubias. Hay que decir, que algunos son muy ingeniosos, otros son absurdos y otros dan que pensar. En todo caso, comprensibles para el siglo XVI.

Autor: Sebastián de Covarrubias y Orozco (Toledo, 1539 - 1613) fue un lexicógrafo, criptógrafo, capellán del rey Felipe II, canónigo de la catedral de Cuenca y escritor español, célebre sobre todo por su Tesoro de la lengua castellana o española. 

Perro: viene esta voz del Griego Pyr, que significa fuego, por ser estos animales de un temperamento seco y fogoso

Mojigato: se dixo por alusión o semejanza al gato, quando está esperando al ratón, voz compuesta de Mus, Latino que significa el ratón, y la voz Gato

Atacar: Viene del Hebreo Thaca, que significa juntar. 

Barriga:  algunos trahen el orígen de esta voz de la palabra Griega Barys, que significa peso, ù gravedád, por ser esta parte del cuerpo la que ordinariamente molesta mas con su pesadéz ò gravedád al hombre, ò al animál, y que otros sienten que viene del Hebréo Bari, que significa gordo, grasso, y pingüe, porque la barríga es la parte que mas goza de estas qualidades.

Buscar: La etymología de esta voz (segun Covarr.) se derivó de la caza, porque Busque (que oy decimos con poca mudanza Bosque) en léngua Góthica significa el monte, ò la selva en que hai espesúra de árboles y ramas, entre la qual se esconde la caza: segun lo qual Buscar viene à ser lo mismo que Bosquear: esto es poner conáto, diligéncia, y cuidado en hallar lo escondido.

Callar: viene del verbo Latino Calleo, es, que significa ser astúto, porque de ordinário son silenciosos y callados. Latín. Tacere. FR. L. DE LEÓN, Perfect. Casad. §. 16. Que como dice el Sabio: Si calla el nécio, a las veces será tenido por sabio y cuerdo. SAAV. Empr. 12. No es menos conveniente saber callar, que saber hablar.

Judía: quiere haberse llamado assí porque saltan quando las echan en agua hirviendo.

Lindo: sale del nombre Línea, por labuena delineación en que consiste la hermosúra de las cosas.

Maza: se llamó assí del Griego Mazos, que significa Mamma, por tener figura de teta.

Juan D. Antón


ETIMOLOGÍA DE LA PALABRA SAPO


Inauguramos este blog con la etimología de la palabra sapo. No es cuestión pacífica la procedencia de esta palabra, algunos creen que se trata de un préstamo del griego clásico (FRIEDERICH DÍEZ, FELIPE MONLAU) y otros de una antigua onomatopeya preromana (DRAE, COROMINAS).

1. Comencemos con la postura que defiende la teoría del étimo griego. Antes de nada cabe decir que tanto F. Díez como Monlau señalaron esta procedencia en el siglo XIX, 1861 y 1884 respectivamente.

Análisis formal del significante étimo:
En este caso se trataría de la palabra griega σηψ, σηψος , que pronunciaríamos séps o síps en nominativo y sépsos o sípsos en genitivo. Es innegable que existe una parecido notable entre sapo y sépsos, supondría la conservación en el lexema de [s-p-], y la apertura de la [e] en [a]. La única dificultad estriba tal vez en el porqué de la conservación de la [p] en el grupo [ps] cuando lo común es que se pierda esta y no la [s], por ejemplo: psalmus – salmo. En mi opinión, esto podría deberse a que realmente el préstamo no se realizó de esta palabra en concreto, sino de la que, en la misma lengua griega, probablemente proceda (o al menos guarde relación), el verbo σηπω.

Análisis material o semántico:
Pero no basta con la similitud fonética, es importante el significado original de la palabra en griego. Un préstamo no es recibido más que para nombrar o renombrar a una nueva o vieja realidad, en este caso, a los sapos ibéricos de la época preromana. Pero esta recepción resultaría huérfana de causalidad material sino fuese porque su significado en la lengua de origen es idéntico o similar al significado en la lengua que lo recibe. Al menos esto es así en casi todos los casos. En griego la palabra σηψ significa “serpiente venenosa”. Esta palabra, probablemente derivada del aoristo del verbo σηπω que significa: pudrir, corromper, echar a perder. Tanto un significado como otro, bien valen para construir un significante para este animal, y no sólo porque existan algunos sapos realmente venenosos, eso es lo de menos, sino porque en el imaginario popular se los asocia, al igual que a otros anfibios, con la ponzoña y la enfermedad.

Análisis histórico:
En último lugar, es necesario para asentar una etimología derivada de una préstamo, poder probar o por lo menos proponer con cierta probabilidad, una relación inmediata o mediata entre los pueblos que hablan la lengua de origen y la lengua de destino. Griegos e íberos entraron en contacto en época preromana, esto es un hecho atestiguado en fuentes históricas escritas y arqueológicas. La penetración griega en la península fue débil, pero no es descabellado que dejase en las lenguas de los pueblos en contacto con las colonias helénicas ciertos préstamos. Una vez introducidas en las lenguas autoctonas pasarían a formar parte del sustrato del latín hispánico y de ahí a nuestros días. También es posible que llegasen a la península como préstamos mediatos, es decir, siendo introducidos por los romanos; sin embargo, en latín ya tenemos la palabra “bufo” para sapo y no parece existir en lengua latina ningún significante en “seps, sepus, etc...”

Obiter dicta, cabría interesarse por la similitud formal y de significado que existe entre el verbo latino sepelio (enterrar o sepultar) y el verbo griego σηπω (pudrir, corromper...). Esta relación puede entroncarse a un origen común en PIE donde sep- significaría “sostener con reverencia”, así encontramos en sánscrito saparyati significando “honores”.


2. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española nos dice, en cambio: Voz prerromana, de origen onomatopéyico, por el ruido que hace al caer en un charco o en tierra mojada. En el mismos sentido, antes, COROMINAS: de origen incierto, quizá prerromano, y posiblemente se trata de una onomatopeya muy antigua.

En este caso estamos ante un posición radicalmente opuesta, excepto por su situación histórica en época preromana, aunque al ser una onomatopeya podría ser tan antigua como la misma humanidad, no miente de todas formas el DRAE, stricto sensu, preromano es desde la Creación hasta la llegada de los romanos a la península).

Análisis de esta tesis.

Ciertamente en euskera tenemos el término zapa (pisar) cuya etimología proviene de la onomatopeya tzap. El rape, pescado que recuerda a un sapo, se llama zapoa zuri, y el sapo es denominado apoa. Al análisis material y formal resiste esta tesis pues es posible que al caer el sapo sobre el lodo se produzca un sonido semejante a “zap”, y además se documentan en una lengua preromana (el euskera) significantes con forma semejante referidos a significados relacionados con este sonido original.

En el caso de la palabras con origen onomatopéyico, debemos suponer una construcción originaria en la que la forma tiene relación de dependencia con el significado. En este caso, el ruido que accidentalmente causa el sapo al caer da origen al significante. Resulta relevante distinguir que se trata de un sonido que el sapo no hace de por sí, sino que se realiza cuando este interactua en ciertas circunstancias con su hábitat, y con todo, pese a su accidentalidad no deja de ser un sonido del sapo, causa motora y necesaria para que se produzca.


Conclusiones: Argumentos:

Primero: Un primer argumento para decantarse por la última de las tesis es que está avalada en dos de los diccionarios más relevantes de la lengua española. No es poco, cuando bien podrían haber señalado un origen discutido o incierto. Es un argumento basado en la autoridad, pero que no implique mayor razonamiento que una valoración más que razonable de ésta, no lo hace falaz, pues no se argumenta en este punto para demostrar sino para valorar la credibilidad de las tesis contrapuestas.

Segunda: Otra razón, es que aunque formal y semánticamente encaje el origen griego de la palabra, sería necesario aceptar que este préstamo tuvo que realizarse antes de la ocupación romana de la Península Ibérica y que se hizo desde las colonias griegas. No parece que la penetración tan débil del pueblo griego tuviese una repercusión tan grande sobre una palabra patrimonial referente a un animal tan común.

Tercera: Y una última razón es que el euskera registra esta palabra, lengua poco sospechosa de recibir préstamos griegos en época preromana.

Cuarta: Cabría oponerse a la tesis de la onomatopeya suponiendo que el euskera recibe esta palabra como préstamo, no para el verbo pisar zapa, pero si para sapo, desde otras lenguas ibéricas. Pero esta tesis enerva el tercer argumento tan sólo.

Juan D. Antón.